La bodega Figuero, en La Horra, sí tiene raíces y bien profundas. Empezando porque se trata del sueño de un viticultor, José María García, hijo y nieto de viticultores que, cuando nació la Denominación de Origen, ya tenía viñas y siguió con ellas. Más tarde, en los 90, renovó el viñedo y no tardó -apoyado por sus hijos- en construir la bodega y elaborar sus propios vinos, que llevan el apellido de Milagros, su mujer. Y así nació Figuero, el tinto de José María elaborado con sus propias uvas, aquellas que -en los noventa- iban a parar a lagares de bodegas prestigiosas.
Los perfiles de la bodega familiar se traducen en el reparto de responsabilidades. Antonio Figuero lleva la dirección; Carlos parte de la comercialización y Felipe Martín -marido de Henar Figuero, un profesional curtido el sector alimentario- se ocupa de la exportación y el márqueting. A finales del 2010, la bodega Figuero ya había logrado consolidar la marca que ha traspasado las fronteras de La Horra.
En estos momentos, la firma se encuentra a punto de finalizar la tercera de fase de un proyecto moderno con la mirada puesta en abrir aún más sus puertas a turistas y a visitantes profesionales. Aún así, recibe visitas en grupos pequeños, y es precisamente el patriarca de la familia, José María, quien les atiende y muestra con orgullo los éxitos comerciales, los premios y los reconocimientos internacionales de muchas de sus elaboraciones, entre ellas la 'estrella', Tinus, un vino especial de apenas un millar de botellas que es el resultado de una selección de tempranillos y un criterio enológico en fermentación en madera de diferentes volúmenes dirigido por los enólogos de la casa, Alicia Vítores y Óscar Rodríguez. Es este un tinto del que José María está orgulloso, «alcanza casi los 200 euros y hasta Robert Parker lo ha puntuado con 96 puntos», dice. Pero los tintos Figuero llegan al mercado en las franjas de siete a quince euros. Una bodega familiar que merece la pena visitar. |